De las cosas más dificiles y duras que tiene mi profesión, es la gran cantidad de períodos en donde se debe esperar.
Tanto es así que hasta en los cursos básicos de Sistemas Operativos uno de los primeros temas que se ve es la Espera Activa, y como luchar contra ella. Pero esto es solo una analogía técnica sobre lo que sucede en la realidad.
¿Pasará en todas las actividades humanas? ¿Será en otras tan notorio como en la informática?
En este momento estoy instalando un SQL Server 2005. Mi actividad más importante durante el procesos de instalación del producto, fue mirar la pantalla. Ver como se llenaba la barrita verde de progreso y como aparecieron 2 errores durante el procesos.
Si yo hubiera planificado hacer otra cosa, no habría podido ver los errores a tiempo, y hubiese perdido hasta 4 veces el mismo tiempo. Hay quienes lo explicarán por la ley de Murphy, pero la verdadera ley de Murphy hubiera hecho que no aparecieran errores por la simple razón de que yo estaba mirando el proceso.
Además de tener que esperar durante la instalación de productos, tenemos que esperar cuando corremos otros tipos de procesos, como pueden ser los procesos de ejecución por lotes (batch) o la ejecución de consultas sobre bases de datos. Ni que hablar de cuando hay que esperar por un proveedor. ¡O por un cliente!
Seguramente, el proveedor tiene que esperar a terminar un proceso que hace que al tiempo de trabajo humano, se le agregue el tiempo de trabajo electrónico. Y al cliente, otro tanto.
Por eso, trabajar en informática desarrolla especialmente nuestra paciencia. La ciencia de vivir en Paz Interior. Quienes no tengan altos niveles de paciencia, o no se preocupen en desarrollarlos, la informática les negará su augurio.
He conocido muchos casos de personas que se han acercado a la informática con diferentes niveles de éxito. Mucho de ese éxito (o no) se debe al nivel de paciencia de la persona. Tanto el que desarrolla internamente como externamente colaboran en ese nivel de éxito. Pero solo el equilibrio entre ambos, podrá llevar a que la persona aumente cada vez más su potencial.
Supongamos un cuadro de doble entrada, donde en las abcisas colocamos la paciencia interna y en la ordenadas la externa, como la paciencia que se demuestra hacia los interlocutores. Ambas tendrán los valores Bajo, Medio y Alto.
Si aumentamos el nivel de paciencia externa, la gente nos verá más amables y generaremos confianza sobre las actividades que realizamos. Mientras que la paciencia interna, si es muy baja nos hará aumentar considerablemente el nivel de estrés y si es muy alta, hará que surjan problemas que no podamos manejar y quedará en evidecia nuestra incompetencia.
Una vez logrado tal equilibrio, el problema es mantenerlo. Saber cuando estamos aumentando nuestro nivel de paciencia interna para bajarlo y que no parezca que es simplemente dejadez, y saber cuando empieza a bajar para que no nos aumente el nivel de estrés.