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Curitiba – Día 1 – Vuelo demorado

A las 3:30 de la madrugada del 14 de octubre, termine de ajustar las vajilas a la baca del Fitito. Me senté en el asiento del acompañante y cerré la puerta. Esperaba a mi madre y a mi hermana que aún daban vueltas adentro de la casa.

Pensé en prender el auto. Pero no, vaya a saber que argumento extraño podría inferir la dueña.

Salí del auto cuando vino a buscarme Misifús y me senté en el murito nuevo. Conversé un rato con el gato mientras él olía cada rincón del jardín.

Comenzó a hacerse hora de irse. Siguió haciéndose hora de irse. Ya quería irme.

Luego de algunos minutos, aparecieron mi madre y mi hermana. Subimos todos y voilá. La hora estaba cumplida. Era arrancar y listo. Lástima que el auto no quiso arrancar. Lástima.

El taxi al aeropuerto costo 208 pesos. Le di 12 de propina.

Con el primer escollo sorteado, entramos al aeropuerto y nos atajó una joven que muy amablemente, por la suma de 9 dólares ó 220 pesos, nos ofrecía envolvernos las maletas en varias vueltas de papel film. En realidad, papelón film. Sus argumentos no me convencieron.

Metros después, nos enfrentamos al recepcionista de Gol. Muy amablemente nos solicitó los documentos y los revisó con su visión de rayos equis. También nos informó que el vuelo estaba demorado por razones climáticas, por lo cual tendría que cortar el check-in. Tal información la había recibido instantes antes frente a nosotros mismos, pero de una forma menos política: «Demorá el check porque el aeropuerto está cerrado por la niebla». Nosotros ya habíamos notado la niebla cuando veníamos en el taxi.

De todas formas nos permitió pasar a la cola de check in y allí comenzamos a esperar. Parados.

Mamá le consultó si podía ir a sentarse, a lo cual dijo que sí y él aclaró que cuando se reanudara, pasara directo.

Y hasta ahí llegamos, esperando a que nuestro segundo escollo fuerasuperado.

Nuestros compañeros de viaje eran brasileros y uruguayos. Los primeros, que son muchos, hacían cosas extrañas, como comer dulce de leche con cucharita, lo cual podría ser normal, pero no si lo confundís con un postre individual de cuarto kilo!

Luego de mucho esperar, como media hora o más, dejé las valijas solas y estuve hablando con mi madre. Le cuidé el asiento mientras ella iba al baño, y luego lo hice yo. Estaba cerrando la bragueta cuando me llama a informarme que el chack-in había sido reanudado. Más que rápido cruce desde el hall central, hasta los mostradores de Gol y pasé por debajo de las cintas para ponerme al lado de Mamá. Le mostré el librito del FreeShop y vimos que precios taaaan baratos.

Veíamos que la gente hablaba y hablaba con los empleados de Gol y no entendíamos bien que tanta vuelta había que darle. La señora de adelante nuestro estaba ofuscada y con Mamá decíamos: «vamos señora, ya está muevase, vayase».

Nos saludamos con los agentes de Gol y nos explicaron que el vuelo estaba cancelado y que nos llamarían por teléfono cuando supieran la hora a la que salía. Así que rápidamente y aun con cara de felices nos fuimos. Usamos la técnica del «Resbaling». Me explico: estoy de vacaciones, no pienso quemarme la cabeza, así que todo nos resbalaba.

Le avisamos a Najita que volveríamos para casa y le explicamos la situación.

Salimos por la puerta de Partidas, no sin antes haber pesado la valija de Mamá (15 kilos) y bucamos un taxi o remise con la mirada. Encontramos uno lejísimos, en arribos, donde deben estar, pero había que ir a buscarlo, preguntarle cuanto hasta Malvín, etc. El maletero número 17 nos ofreció una tarjetita de un taxi. Nos informó que hasta Malvín saldría unos 400 pesos. Caribbean Beauty!

Llamé al tachero y le pregunté cuanto salía. Me dijo, 300. Así que (300 + 400) /2 = 350. Uno quería vender y el otro tenía vaga idea. Vino volando y nos subimos y llegamos a casa «como en avión», a 140 por Av. Italia. Y el semáforo de Santa Mónica quedó girando en rojo. Creo que sentí la fuerza G cuando aceleraba.

Llegamos a casa (el tacho salió 349 y le pagué 350), entramos, me acosté. ¡Tuve que tender la cama! Al rato me llamó una agente de Gol que me dijo que nos esperaban en el check-in a las 12 de la noche. Un embole. De aquí en adelante, voy a intentar evitar los vuelos que salen antes de las 10 de la mañana.


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