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Llegada a Curitiba (Segunda Parte) – Segundo día

Al llegar al hotel nos recibieron Clovis, el botones, y el recepcionista. Por lo menos él sabía mi nombre. Nos registramos, nos llevaron al apartamento y allí nos explicaron como funcionaba todo. O en realidad, como No-funcionaban las cosas.

La tele no andaba bien. Se veía con lluvia. Eso quiere decir que las conexiones son de mala calidad. Pero el botones dijo que al rato se arreglaba. Le preguntamos por la piscina, pero dijo que era chiquita y estaba deshabilitada. Le preguntamos por el restaurant del hotel, pero también dijo algo. Le di 5 reales y que se quedará tranquilo.

El apartamento era muy lindo, y todo estaba limpio. Todo moquette, bonitas cortinas, tenía los dos ventanales al frente y uno de ellos era un balcón cubierto. El número era 401.

El baño no tenía bidet, pero la mampara era de vidrio, con dos puertas que se unían en el vértice. El espejo era grande, lindo. Adoro los espejos grandes. La bacha era pequeña, pero la mesada era grande. Nos dejaron 2 jaboncitos, 2 tarritos de champu y un juego de 5 toallas.

Mamá le preguntó al botones por el hidromasaje. Pero nos aclaró que había sólo en los dúplex y que además tienen cama de dos plazas. ¿Y el microondas? No hay microondas.

La cocina, tal cual dice en la página web, está completamente equipada. Tiene un armario aéreo, la pileta y la mesada, un horno com cuatro hornallas y el frigobar. También hay una olla que parece que fue usada en un campamento.

Creo que para llamarse «completamente equipada» le faltan algunos cubiertos, vasos (tiene 2 vasos), platos, tazas…

Mamá comenzó a arreglar sus cosas y yo me tiré en la cama. Dormité un buen rato mientras ella se bañaba y se arreglaba para salir. Luego de eso nos fuimos a buscar algún lugar donde comer. Le preguntamos a Clovis donde podíamos comer y nos dijo que a media cuadra había una pizzeria.

Al salir del hotel llovía un poco, pero ta, el hambre es más fuerte. Caminamos un poco, no encontramos nada hasta que por fin vimos algo que parecía una pizzeria o un carrito. No nos gustaron las caras pero vimos que un poco más lejos había otro lugar. Era una panadería que vendía comidas rápidas al clásico estilo brasilero del papelito que si no lo entregas a la salida, te golpean.

Comimos rico. Primero un bauru y luego un mixto. Ambos hechos con un pan tipo porteño pero con la masa de Pagnifique. Muy crocante, muy rico, muy barato. Realmente gustoso. Mamá tomó una cerveza Kaiser y yo una Coca. De postre unos Lemon Pie y nos volvimos al hotel en taxi. Los taxis de Curitiba son de color naranja, no tienen mampara y la bajada de bandera sale más de 3 reales. Como estábamos cerca, gastamos tan sólo R$ 5,10. Al llegar al hotel, pijama y dormir. ¿Pero que tal si antes de dormir caliento un poco la habitación? Demonios, no funcionaba el aire acondicionado.

Dormimos como angelitos. Dice Mamá que ronqué, pero como no soy de roncar, debe haber sido por el resfrío que combatía a Perifar Grip. Mamá puso el despertador a las 9, ya que el desayuno se servía de 6 a 10.


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