En diez mil años los seres humanos han pasado de la caza al cultivo de la tierra, del cultivo a la vida en las ciudades, y de las ciudades al ciberespacio. El comportamiento evoluciona y arrasa, y nadie sabe si podremos adaptarnos. Aunque yo personalmente creo que el ciberespacio será el final de la especie.
Porque significa el fin de la innovación. Esa idea de mantener interconectado al mundo entero equivaldrá a la muerte en masa.
Todo biólogo sabe que los pequeños grupos aislados evolucionan más rápidamente. Si dejamos mil aves en una isla, evolucionan muy deprisa. Si ponemos mil aves en un gran continente, el ritmo evolutivo disminuye. Actualmente en nuestra especie la evolución se produce en esencia a través del comportamiento. Innovamos el comportamiento para adaptarnos. Y todo el mundo sabe que la innovación sólo se da en pequeños grupos.
Si tenemos un comité de tres personas, es posible que lleguen a alguna parte. Con diez personas el asunto se complica. Y si son treinta ya no hay nada que hacer. Con treinta millones resulta absolutamente imposible. Ése es el resultado de la comunicación de masas: impide que ocurran cosas. La comunicación de masas anula la diversidad. Uniforma todos los rincones del planeta. Bangkok, Tokio o Londres se convierten en lo mismo: un McDonald’s en una esquina, un negocio de Benneton en otra, y un negocio de Gap al otro lado de la calle. Las diferencias regionales se desvanecen. En un mundo dominado por los medios de comunicación, hay menos de todo salvo listas de los diez mejores libros, discos, películas o ideas.
A la gente le preocupa que se pierda la diversidad de las especies en las selvas tropicales, pero, ¿y la diversidad intelectual, nuestro recurso más valioso? Eso está desapareciendo más deprisa que los árboles. Sin embargo, de eso no nos damos cuenta, y ahora planeamos conectar a cinco mil millones de personas mediante el ciberespacio.
Y con eso se paralizará la especie entera. Todo se detendrá de repente. Todo el mundo pensará lo mismo al mismo tiempo. Uniformidad global.
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El texto anterior fue escrito por Michael Crichton, en las palabras del matemático Ian Malcom, protagonista de la novela El Mundo Perdido (Parque Jurásico II). Cada vez que lo leo, vuelvo a pensar una y otra vez sobre si tenía alguna razón o si no.
¿Qué opinas? ¿El Ciberespacio será el fin de nuestra especie? ¿Terminaremos siendo todos parte de alguna tribu urbana descontenta y desconectada de la sociedad, llegando al extremo de detener el avance de nuestra especie? ¿Acaso Crichton solo escribió de acuerdo al nivel de morfina que tenía el protagonista en la escena donde se produce el monólogo?
Me gustaría saber la opinión de los 36 fieles lectores del blog y de los eventuales que pasen por aquí.
Hay un libro muy bueno, que se llama «The Singularity is Near» (yo lo terminé de leer hace un poco). Este es el sitio web: http://singularity.com
Es muy interesante, y toca varios temas de lo que presentás aquí… realmente te lo recomiendo.
Saludos
Interesante planteo. Humildemente creo que el fin de la especie no estará dado en forma radical por nuestras costumbres tecnológicas, sino por nuestra falta de virtudes. Puede que un impacto de nuestro ecosistema pueda dar un golpe mayor que la globalización a través del ciberespacio. Yo admiro la cultura japonesa y en cierta manera ellos al inicio de siglo sin computadoras se “globalizaron” con el occidente y fue fatal en muchas de sus tradiciones, según se ve por ejemplo en la película “el último samurái”, por eso vuelvo a las virtudes, sepamos tomar del cosmos aquello que precisamos en la medida correcta y lo que no dejarlo, no sea cosa que queramos parecernos a lo que no podemos ser y entonces así estaremos dando muerte a nuestra identidad. El ciberespacio prefiero verlo como que todos los hombres somos iguales, es más desearía que la globalización llegara a toda la tierra para poder viajar sin tener que presentar pasaporte, estar donde quiera a cualquier tiempo, pero respetar las costumbres de cada casa. El ciberespacio es maravilloso puede unir el conocimiento como nunca antes se imagino, una gran biblioteca universal, eso es maravilloso, y que me cuentan de unirse a la base que los chinos y otros han diseñado para la luna, trascendiendo nuestra tierra… Como siempre lo nuevo nos da miedo, pero sepamos que nuestros abuelos son distintos a nosotros pero vivimos mucho mejor cuando los vemos o sabemos de dónde venimos, es decir “nuestro sentido de identidad”.
Interesante comentario, Edmundo.
A ver dónde están los otros lectores para que también comenten!
Me suena al tipo de profecía de Fukuyama en su libro «El fin de la historia», argumentos tejidos con inteligencia pero que se alejan en su resultado de la experiencia humana.
Mi posición: la innovación se ve favorecida por la interconexión, y no a la inversa. Me baso en el excelente libro del biogeógrafo Jared Diamond, que te recomiendo con entusiasmo: «Armas, gérmenes y acero» (el siguiente, «Colapso», es algo así como la segunda parte). En el se cuenta como cuando algunos grupos humanos se aislaron (algunos polinesios que se establecieron en islas remotas) de hecho involucionaron, volviendo a ser cazadores recolectores. Somos un bicho social.
¿El fin de la especie según Moris? La catástrofe malthusiana . Mirá Ruanda que ahí ya están ensayando el capítulo final.
Un abrazo